Es otra de las escenas propias de los evangelios apócrifos. Se lo representa a José como un anciano pensativo que escucha a otro hombre anciano apoyado en un bastón. Se trata de las dudas de José en el momento del nacimiento. Como todo hombre mortal le resulta difícil aceptar la grandeza de este evento. El anciano del bastón es el demonio que intenta tentarlo para rechazar a su desposada. El fundamento evangélico de esta escena se puede encontrar en la apresurada decisión de repudio de Mateo 1:19 y en su ausencia en el momento de la llegada de los magos según Mt 2:11. Los evangelios apócrifos relatan que el demonio le decía “si este bastón seco puede dar brotes, también es posible que una virgen dé a luz un hijo” y en ese mismo momento el bastón dio brotes confirmando así la fe de José.
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